viernes, 5 de marzo de 2010

Relato corto sobre Washington Irving.


Paseos de un poeta.

Cuando me levante, desayune y un paseo por las altas, robustas y olientes alamedas de la Alhambra.
Allí se encontraba la gente más tranquila y noble que podía existir. Al almuerzo, me invitaron y me prepararon su peculiar comida. No se que era, pero parecía que había bajado del paraíso. Después de comer aquel exquisito plato, fuí al patio de los leones y se me vino a la cabeza un poema muy bonito, lo esculpí con una piedra porque se me ocurrió dejar algún recuerdo para que la gente peda disfrutar de este magnífico poema. Cuando lleguó la noche, decidí ir a casa para cenar y descansar para mañana y sobre todo descansar por que hoy a sido un día muy agotador. Al día siguiente, desayune y fuí a explorar, la intriga, me llevó a la Torre de Comares. Había departamentos sombríos, pero lo que más me gustó de aquella torre era lo alta que estaba, me gustó aquel sitio, pero más me gustó la Alhambra por su comida, sus torres, sus patios y sus habitantes

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